Sueña, vive, disfruta... cumple.


Muchas veces hay que pararse y pensar si merece la pena. Si merece la pena huir y no enfrentarse a los problemas. Si merece la pena correr y no disfrutar. Si merece la pena vivir de tal manera... He aprendido que, a veces, las cosas no suceden como nosotros queremos. También he aprendido que quien algo quiere, algo le cuesta y podemos estar toda una vida buscándolo... hasta encontrarlo, ¿o no? ¿Y si no encontramos ese ferviente deseo que tanto deseamos? ¿Y si ha desaparecido en las inmensidades del universo? ¿Y si... se ha apagado esa llama de esperanza que nos guiaba y nos apoyaba para dar por saciada nuestra necesidad? No. Esa llamita sigue ahí, escondida, esperando ser llamada de nuevo. Solo hay que encontrarla. Solo hay que intentarlo de nuevo. No hay que perder nunca la esperanza. ¿Quien sabe? Es posible que veas cumplido tu sueño a la vuelta de la esquina, esperando nuestra llegada.


Príncipe, esto va por ti. Perdona el retraso.

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