♪ Solo hay que dejarse llevar ♪

 Ever se sienta frente a su piano. Se siente sola. Vacía. Con delicadeza, toca las teclas con su manos derecha, como si temiera dañarlas con un simple roce. No sabe como empezar a tocar; es como si tuviera que pedirle permiso al instrumento para hacer sonar sus teclas y temiera que éste le fuera a regañar. Con mucho cuidado, lleva hasta el fondo una tecla blanca y un "mi" se escucha en el salón. Va cogiendo contacto y confianza a la vez. Alza la otra mano y la posa sobre el teclado. Lo recorre con sus finas y blancas manos, mirando de un lado hacia otro. Posa las dos manos a la misma altura y realiza algunas escalas; con timidez, como si no quisiera que la escucharan. Se para a mitad de una de las escalas, esa timidez le provoca errores. Le sudan las manos sin saber por qué; nervios: ese estado de excitación que suele jugar malas pasadas, pero nervios ¿por qué nervios, si está sola junto con su brillante y negro piano? Cierra los ojos y respira hondo intentando calmarse de algo. Vuelve a posar las manos colocándolas en el principio de un vals. Empieza a tocar y se deja llevar. Se deja llevar por la música que fluye en ella y se canaliza a través de sus dedos hacia su piano. Rubatos y ritardandos llenan la obra; fortes, pianos, crescendos... todo forma parte de ella y algo en su interior se va haciendo grande y la va llenando por dentro. Parece que sus dedos recorren un camino conocido, un camino por el que ya han pasado, un camino familiar. Se están encontrando con un viejo amigo. Ese amigo que te va contando su propia historia a través de la música, empezando tímidamente y haciéndose fuerte conforme van transcurriendo los compases... pero, llegado un momento es todo más delicado, más dulce. Ever disfruta, ya no se siente sola. Y luego, vuelve todo como al principio, más silencioso, más tranquilo... hasta que termina en un débil susurro. Ella levanta las manos del teclado y las apoya en sus piernas. Ha encontrado aquello que le faltaba. Ha encontrado algo que le llena. Se ha reencontrado con esa amiga que la tenía pero que no sabía dónde se encontraba. Ever ha encontrado la música. Sonríe. No hay que tener miedo, tampoco nervios. Solo hay que ser uno mismo y dejarse llevar. Solo hay que dejarse llevar por la música.

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